Percibo el índice divino
de todas las cosas
en mi carne sangrienta
cortada a jirones por el azote del viento.
Me pregunto por qué
la sencillez torturada de la selva
tiene cara de analfabeta.
Perecer… morir… ni el pensamiento
enraizará en el alma del mundo
cuando queda tanta soberbia
bajo la espesura de unas cejas arqueadas.
Luz tamizada de comprensión a medias
el difluir y devenir de humanidades,
un flamear amores al viento,
y el sol reverberando en lagos profundos.
Traquetea el alma en pena
el sonoro aleteo de una paloma negra
es oído en el continente africano
mas el mundo acalla telarañosas consciencias.